LA BUENA POESÍA DE LA VIDA
sábado, 29 de enero de 2022
29 de enero de 2022. Sábado.
LA BUENA POESÍA DE LA VIDA
LA BUENA POESÍA DE LA VIDA
-Primero, esta mañana, frío de filo de navaja,
cortante; luego, llenando la franja del horizonte, un color naranja líquido, desvanecido,
hermoso; y, al fin, salido el sol, un azul vibrante, extendido, triunfal. «Un
poema bellísimo en el cielo», he pensado. Todos los días la naturaleza escribe versos admirables del gran poema que es la Creación. Versos terribles unas
veces y sensibles, por humanos, otras. Ya lo expresó la Biblia: Al principio
Adán y Eva, felices, sin moretones aún; y luego, cabizbajos y desnudos, expulsados
del Edén. Ahora, salvo los versos de la naturaleza y sus acordes, todo parece
ir contra la buena poesía de la vida, su canto de júbilo y baile, sus vuelos
libres. ¡O el gozo por el don! Leer la prensa es comulgar, cada mañana, con las
ruedas de molino de la negra realidad, sin apenas nada positivo: temores de
guerra, pandemia, injusticias, «falta de escrúpulos» de los dirigentes; crece
la vulnerabilidad de las personas, la pobreza enseña el rostro de su fealdad; con
el paro, se apagan los sueños de la juventud; los niños, en la escuela, con
mascarilla, tapada su sonrisa; familias rotas, desmanes bancarios, desconexión del gobernante con la
realidad: la tragedia nos cerca, y nos duele. El Papa Francisco, ante esta
triste situación, nos invita a dejar ir a las cosas negativas; muévete, dice, pero
calmadamente; no te estanques: «el agua que se estanca es la que primero se
pudre». No dejes, Diario, que se oxide tu ilusión, que se deshumanice, libérate
del miedo y pon en movimiento tu fe, deja que te cubra de paz la esperanza, y
mata los miedos con amor. Dice santa Teresa: «La verdad –Dios– padece, pero no
perece». Tras los estragos de la muerte y del sepulcro, siempre hay una
epifanía que celebrar, una resurrección, un aleluya festivo que dé luz al
asombro (12:56:39).
viernes, 28 de enero de 2022
28 de enero de 2022. Viernes.
SABIDURÍA Y SANTIDAD
SABIDURÍA Y SANTIDAD
-Hoy es el día de Tomás de Aquino, o la sabiduría al servicio de la
santidad. Aureola de santidad, y birrete y muceta de sabio. La aureola de la
santidad se apreciaba en él por sus actos, humildes y evangélicos, y por su mirada
recogida y bondadosa; el birrete y la muceta, sin embargo, le acreditaban como
un estudioso aventajado de las ciencias humanas y divinas. Sus compañeros de estudios
solían decir de él: «La ciencia de Tomás es muy grande, pero su piedad es aún
más grande». A los 27 años fue profesor de teología y filosofía en la
universidad de París. París con San Luis, rey, celebraban su sabiduría y su
virtud, pues su saber no nublaba su modestia y probidad, el fanal de su
santidad. Sólo tardó 4 años en escribir la Suma
Teológica, en la que a base de Sagrada Escritura, filosofía, teología y la
doctrina de los santos va explicando, con la grandeza y luminosidad de una
galaxia, todas las enseñanzas católicas. Desde la más sencilla y popular
oración al más grande y, en apariencia, indescifrable misterio. Contaba que
Jesús en una visión le dijo: «Tomás, has hablado bien de mí; ¿qué quieres a
cambio? –Delicadeza de Jesús: «Has hablado bien de Mí», le dice, como el amigo
al amigo–. Y Tomás le responde: «Señor, lo único que yo quiero es amarte y
agradarte cada vez más». Es el santo de la sabiduría y la humildad rendidas, del
conocimiento y del asombro –perplejidad– ante Dios y sus misterios. Devoto de
la Virgen María, en el margen de sus cuadernos escribía: «Dios te salve,
María», como un caballero a su dama. Yo, Diario, pido a Santo Tomás –si a él le
parece bien–, me conceda un poco de su sabiduría y un mucho de su
santidad, con la humildad ––como felpudo, místico– para mi trato habitual, e íntimo, con Dios (12:19:33).
jueves, 27 de enero de 2022
27 de enero de 2022. Jueves.
EN EL ESTANQUE
EN EL ESTANQUE
-Cuando pienso en el prójimo, solo pido poder amar a Dios. El amor a
Dios me llevará a amar a los otros, inevitablemente; siempre el amor a Dios es un
amor expansivo, como el efecto de la piedra lanzada en el estanque: el impacto
de la piedra hace que se abran círculos concéntricos en la superficie; círculos
que, mientras dure el influjo del inpacto, se propagarán sin fin. Si doy en el
amor de Dios con el impacto de mi amor, lo agitaré y se propagará incesantemente.
Mi amor con el suyo serán eternos, por ser Él infinito. El amor
de Dios no se agota, no perece. «Perdura a pesar de todo», dice San Pablo. Si por el contrario, mi amor da en mí mismo,
sólo en mí –amor egoísta–, se hará cerco sellado, amor punto y final, no amor
punto y seguido hacia todo y hacia todos. Y en este caso, la piedra arrojada en
el estanque será piedra que se hunda, sin recorrido, dejando sólo un punto de
ombligo –fatídico– en el agua. Punto en el que se complace el narcisista, hasta ahogarse en
él. Dijo Platón: «El amor es la alegría de los buenos, la
reflexión de los sabios, el asombro de los incrédulos». ¡Ah! ¡Amar a Dios y
dejarse expandir en Él, hasta dar en el prójimo! El amor a Dios se hace
realidad –costosa a veces, sangrante–, en el amor al prójimo. En el cristiano,
Diario, el amor al prójimo es imprescindible para amar a Dios, pues Dios, en
esencia, es Amor; es decir, total donación (11:29:43).
miércoles, 26 de enero de 2022
26 de enero de 2022. Miércoles.
AMIGOS DEL ESPEJO
AMIGOS DEL ESPEJO
-Esta mañana nos cubre un cielo plano, de color ceniza, amargo; como de
carpa de circo, pero sin payasos ni acróbatas, sin alegría; es decir,
silencioso y a la expectativa. Inseguro. Como anda el mundo, incierto y tenso, arañando,
sin encontrar caminos, en la oscuridad; un mundo perseguido por la desgracia,
un mundo infeliz. Estamos en tiempos de confusión política, social, económica, ética,
estética. Y no hay líderes en el mundo que puedan encauzar el río revuelto en que
se ha convertido la creación y sus bellos alrededores. Los líderes, vestidos de
mentira y vanidad, de ficción –casi siempre–, toman decisiones sin ver las
consecuencias. Son líderes sin conciencia, o de conciencia deformada, sin
estudios, sin concentración, sin amor por lo que hacen, sólo amigos del espejo donde
se miran y se tiñen una cana para parecer más interesantes. Son ególatras de
sus miserias, que las ven como virtudes; eso, sí, virtudes, como dice el Papa
Francisco, «líquidas, gaseosas», fatuas como pompas de jabón. «Nadie puede
crecer si no acepta su pequeñez», sigue el Papa. Apenas entran en la humildad
–y grandeza– de rezar. Y cuando no se reza al Señor, se reza al diablo, «ya
que, cuando no se reza a Dios, se proclama la mundanidad del diablo», concluye
el Papa. «Rezad», le pediría yo a estos líderes díscolos y narcisistas del
mundo; «rezad, ¿y si os saliera bien? En momentos difíciles, ¿qué se pierde?
Andad, coged un poco del barro de vuestra vida y hacedlo oración, quizá os oiga
Dios y os inspire el bien y no el mal». Tal vez sea Dios, Diario, la solución
que buscan en estos diálogos sin salida; diálogos viciados de soberbia,
de egoísmo, de vanidad. Tal vez Dios se apiade del barro y lo convierta en
fuente de inspiración. ¿Por qué no? «No os riais; os lo digo de corazón» (17:33:11).
martes, 25 de enero de 2022
25 de enero de 2022. Martes.
DENTRO DE UN ABRAZO
DENTRO DE UN ABRAZO
-La noche ha roto su cristal y ha llovido. «Agua y noche: todo cristal
fluyendo», me he dicho. Luego el sol ha ido rompiendo la madeja de las nubes, y
ha salido susurrándose, sin decirse del todo. Como un pincel que dudara en el
trazo. Luego ha ido dando saltos de nube en nube, dejándose ver sólo al saltar,
como el pájaro que vuela de rama en rama, y canta. Leo un verso de José María
Álvarez, poeta cartagenero: «Llueven gotas de enero tras la ventana», haciéndome añorar el tiempo
aquel de niño en el que oía caer la lluvia en la calle y en el tejado, y en la
gotera de la casa, tan cerca estaba todo de mí; o dentro de mí; todo en mi
interior: la tierra, el viento, el rumor de la savia del árbol, el pájaro y sus
melodías, los silencios que rezaban. Yo miraba y oía, y todo era en mí asombro,
enseñanza, aprendizaje. Y era feliz, recuerdo; aunque alguna vez llorara, o
muchas, no sé, siempre había alguien a mi lado que, dentro de su abrazo, me
consolaba. Recuerdo haber leído a un Nobel judío decir esto tan hermoso y
agradecido: «Cuando rezo, yo hablo a Dios; cuando estudio, Dios me habla a mí».
Escuchar, mirar, sentir la naturaleza, su terrible belleza a veces, su modo de decir, es una manera
de escuchar el lenguaje de Dios, que se dice en el sol, en la lluvia, en la partícula,
en la garza, en el mar, en la mirada inquieta y aplicada del niño. La acacia
florecida también me habla de Dios; en todo, Diario, si prestas atención, verás
escritos, como en un pergamino, los silencios –tan excitantes– de Dios (17:44:48).
lunes, 24 de enero de 2022
24 de enero de 2022. Lunes.
LOS PIES VOLANDO
LOS PIES VOLANDO
-Lunes otra vez, como una flor marchita. ¿O es el
primer brote del rosal que florecerá el fin de semana? Yo sé que los lunes
abunda la tristeza, sobre todo en los niños que han de ir al colegio, y,
además, con mascarilla. ¿Y las risas dónde están? El lunes y el viernes –gemelos de una
misma familia, la semana– se diferencian en que uno amarga como morder un limón
y el otro es baile de vals en un salón iluminado, con destellos de giros y
risas, y la alegría de los pies volando. Es sencillamente una imagen y metáfora
de la vida. La vida se va haciendo a golpe de heridas, y el regocijo –deleite
inmenso– por la recuperación. Caer, y en vez de permanecer caído, levantarse. Desperezarse,
y abrir los ojos, y decir: «¡Allá voy!», como el atleta, y empezar a correr, sin
miedo a perder, vislumbrando sólo la victoria. Sin sombras en los ojos. Pensar que
cada lunes da comienzo una nueva aventura, un nuevo compás en la sinfonía de la
vida. Como dijo alguien, si consigues un trabajo que te cautive, que te sorba, no
te importaría que la semana tuviera varios lunes, todos los días serían una
fiesta. Se trata de dejarte fascinar por lo que haces, por la nota musical de
tu sinfonía, y que sólo te importe el tiempo que tardes en llenar el pentagrama
de notas que den alcance a la belleza; como Beethoven, sordo, y, sin embargo,
escribiendo la 9ª sinfonía, para acabarla con un himno a la alegría. «¿Por qué
llorar si puedes reír?», diría el músico, llenando de luz sus notas, de
esplendor su fe; y felizmente, Diario, acabó su sinfonía, asombrando al mundo (16:58:50).
domingo, 23 de enero de 2022
23 de enero de 2022. Domingo.
INSENSATEZ, O CORDURA
INSENSATEZ, O CORDURA
-Hay palabras que aletean en la boca al decirlas,
como paz, amor, aceite, melodía, compasión…, y, para el creyente, Dios; y hay
otras, que al decirlas la enturbian, como guerra, odio, persecución, abismo…, infierno.
Con la pandemia dilatándose en los días, y aullando contagios y muertes, nos
llega otra preocupación: Ucrania. Tensiones –dice la prensa– entre Rusia y
Estados Unidos, por Ucrania. El mundo enmudece y observa, atónito. ¿Guerra? ¿A
qué empresa de armamento bélico quieren ayudar estos colosos, guiados por dos fervientes
defensores de la irracionalidad y el despotismo? En la guerra todos somos
perdedores, salvo el que la piensa y enciende la mecha, y el que pone la mano y
le llueven millones por la venta de armas y otras flechas de indio americano o machete
de cosaco bárbaro. En casos como éste, San Agustín nos invita a rezar como si
todo dependiera de Dios; pero a trabajar, dice, como si todo dependiera de
nosotros. En este caso de intereses desaprensivos y excitados, beligerantes, el
dialogar es, sin embargo, un bello trabajo. Pero un diálogo calmado y serio,
constructivo, con deseos de avanzar, no quebradizo y humillante. Es decir, acabar
con la guerra mediante la palabra; la palabra, ese don innumerable y limpio –«pero
tan frágil: es sólo un soplo», dijo Homero–, e implantar la paz, la paz por la
palabra. La paz preserva, la guerra destruye. Hay palabras, Diario, que aletean
en la boca, como paz; y otras, tristes, dañinas, que infectan, como guerra. Yo
voy a seguir el consejo de San Agustín: rezar a Dios, como si todo dependiera
de él, aunque luego, decidan –a causa de ser hermosa y tenazmente libres– la
insensatez, ¡o la cordura!, de los humanos (12:20:38).
sábado, 22 de enero de 2022
22 de enero de 2022. Sábado.
SAN VICENTE, MARTIR
SAN VICENTE, MARTIR
-Una vez más, san Vicente, diácono de la iglesia de Zaragoza y mártir.
Mi santo protector. Desde mi bautismo –aquel día del agua en mi cabeza como lluvia
celeste, riego de Dios–, san Vicente es mi santo. Me llaman: « ¡Vicente!», y
vuelvo la cabeza, porque en este nombre me reconozco y soy reconocido. La
Iglesia me vistió con un nombre (seguido por el que me relagan mis padres, García y
Hernández), para decirme: eres persona única, distinta, inconfundible, y, en el
nombre, andas investido de dignidad. ¡Bella conclusión! Vicente fue diácono
–servidor– en Zaragoza, y mártir –testigo– en Valencia; en tiempos de
Diocleciano. Diocleciano fue un déspota; Vicente, un santo. Atado a su cargo, el déspota
perseguía y hacía mártires; el santo servía y era libre. El
déspota era esclavo de su despotismo; Vicente era libre en su amor a Dios. Diocleciano
fue emperador, y sanguinario; Vicente fue ciudadano de Roma, y persona generosa.
De Vicente dijo san Agustín: «Hemos contemplado un gran espectáculo con los
ojos de la fe: al mártir san Vicente, vencedor en todo.» (Vicente significa
vencedor). Y sigue: «Venció en las palabras y venció en los tormentos, venció en
la confesión y venció en la tribulación, venció abrasado por el fuego y venció
al ser arrojado a las olas, venció, finalmente, al ser atormentado y venció al
morir por la fe.» Y añade que, mientras todo esto sucedía, Vicente decía
calladamente con san Pablo: «Nos derriban, pero no nos rematan.» Y es que el
redimido por la sangre de Cristo, Diario, no puede perecer; la fe no muere, y
menos la del testigo, que permanece, hasta dar con Dios, en el Amor (12:14:09).
viernes, 21 de enero de 2022
21 de enero de 2022. Viernes.
-ANTOLÓGICO, O CON DIOS Y LAS PALABRAS EN LA BOCA
-ANTOLÓGICO, O CON DIOS Y LAS PALABRAS EN LA BOCA
Recordándome, en la selva de una Antología. Biblioteca. |
-Un día me vi señalado, elegido en una antología: Nuevo Mester de Clerecía se llamaba. La había preparado Florencio
Martínez Ruiz, un poeta crítico. Era una antología de curas que hacían poesía, y bella y buena
poesía, además, decía el prólogo. Es decir, me dije a mí mismo (o dijeron de
mí): tú eres un tío antológico, y no me lo creí (o sí me lo creí un poco, somos
así, y más cuando los años son florecimiento y no huida hacia delante y
declive). «Aquí hay nombres excelsos, y yo», me dije, tontamente eufórico. Juan Bautista Bertrán
estaba en mi libro de texto que yo estudié, era importante. Se decía de él que
era un poeta latréutico (el que adora) que se arrodillaba con unción ante Dios
y ante las cosas, como obras de Dios. Era el patriarca. También estaban:
Jorge Blasot, o la inmersión en el misterio; Jesús Tomé, o el hombre en la
“noche oscura”; Pedro M. Casaldáliga, o el don de la profecía; Antonio Castro,
o la integración en lo absoluto; Carlos de la Rica, o la tentación del delirio;
Rafael Alfaro, o la confidencia de sí mismo; José Luis Martín Descalzo, o el
asombro ante el mundo (y el más televisivo); Jacinto Herrero Esteban, o entre
la ciudad celeste y teresiana; y Vicente García Hernández, o el niño perdido y
hallado en la selva. Yo, casi niño aún, perdido y hallado en la selva de un
libro titulado Introducción a una selva
incipiente. Los libros tienen esto, que, en ellos, en donde andan la palabra
y Dios, hay veces que te encuentras a ti mismo, tal vez como una lucecita de
candil o de vela, que, sin embargo, ilumina. En uno de los poemas digo: «Yo no grito. Tan sólo digo
buenos / días, buen pan, mejor cosecha». Y con esas palabras tan sencillas, tan
de ir por casa, tan cercanas al amor –a Dios–, hallo el camino para dar
conmigo, y con mi pequeña y frágil historia todavía escribiéndose, dándose, ¡todavía! (11:28:32).
jueves, 20 de enero de 2022
20 de enero de 2022. Jueves.
DON Y DÁDIVA
DON Y DÁDIVA
-Hoy ha sido un día de esos en que a uno no le apetece otra cosa que
decir «¡qué frío hace!», y subirse el cuello del abrigo hasta las orejas, que
suele ser donde las comadrejas de la frialdad acostumbran a dar su primer mordisco.
Pero, al poco, caigo en la cuenta que también el frío es un don, una hermosa
dádiva: es el paso previo del invierno a la primavera y al esplendor del
verano. Es como la vida, que siempre –lo mismo en la niñez que en la vejez, en
el dolor o en la risa– es don. Y no sé por qué cada vez que voy a decir o a
escribir don, me sale Dios. Rondándome la boca, las palabras. Y aun el
pensamiento. Como si se atrajeran, la palabra don me lleva –no lo puedo evitar– a la palabra Dios. A veces me
resisto; pero el don, como la lluvia al arco iris o el humo al fuego, siempre
lleva a Dios. Digo don y de inmediato en los labios, en la oquedad de la boca –como
en la ostra la perla– me sale Dios, el que da y se da. El que no tiene pereza
en dar y en darse. Dios, pues, en el don; como la idea en la palabra que la dice, Dios en el
«pobre y aterido cuerpo humano» que soy yo. Soy, Diario, dádiva de Dios, soy don, soy yo... (11:13:53).
miércoles, 19 de enero de 2022
19 de enero de 2022. Miércoles.
EL DECIR DE LOS OJOS
EL DECIR DE LOS OJOS
-Hace años escribí (y publiqué en Monteagudo,
revista de la Universidad de Murcia, año 1981) una pequeña comedia en un acto,
titulada El pez pescado. En ella, el
humor era surrealista, cínico; una humor combativo, pero sentimental; en
consecuencia, poético. Reflejaba una modesta lucha de clases, con clase. Personajes:
Don Julio, el señor, y Antonio, el criado. Ambos están en la orilla de un río
pescando; el señor tiene la caña, y el criado, si el pez no pica, la obligación
de poner una pieza en el anzuelo de la caña del señor, que luego, con ampulosa
zafiedad, exhibirá en el bar. Y ambos, don Julio y Antonio, hablan y hablan, y
así, envuelto en jocosa palabrería, matan el tiempo y la espera, y, de
paso, le ponen una guinda de sinceridad a la monotonía. El pez hace su danza
alrededor del anzuelo; va y viene, pica (sin entregarse), hace como que se ceba
en el cebo, y con risa de pez –fría– da marro al aristócrata y al plebeyo, y
huye. En una de éstas, don Julio, como el que no quiere la cosa, pregunta:
«Antonio, ¿me has odiado alguna vez?» «Sí señor, siempre le he odiado…» «¿Y
cómo no me he dado yo cuenta?», insiste don Julio. «Porque usted nunca se digna
mirarme a la cara. En la cara, sobre todo en los ojos, es donde se refleja el
odio que una persona siente por otra; o el amor. Los que me miran, lo notan
enseguida. Es como un disfraz del que no puedo librarme. Cuando me ve
Crescencia, la cocinera, me dice: «Antonio, ¡cómo odias al señor!». Y yo le
digo: «Sí, Crescencia, sí». Y ella me dice: «Lo cantan tus ojos». «Lo cantan»
dice, don Antonio; es poeta Crescencia. Ah, mirarse a los ojos, Diario, donde
el alma, a veces, se asoma y suena, y hasta se la ve arder (11:27:08).
martes, 18 de enero de 2022
18 de enero de 2022. Martes.
LA SOBERBIA ES HINCHAZÓN
LA SOBERBIA ES HINCHAZÓN
-Djokovic, el tenista, número uno, caído en Australia; un diosecillo en
el suelo, como las antiguas estatuas de los dioses paganos. Lo he visto caminar
con la mirada baja, el paso lento, como de pausa y cansancio, tal vez pisando su
soberbia. Los pies le deben doler mucho, tras pisar tamaña altanería. Y el
dolor de los pies, aunque lejanos de la mente, debe punzar en la cabeza, que es
donde se originan la arrogancia y la terquedad del fatuo. La soberbia es el más
grande acto de fe –templo de humo–, por el que alguien se da culto a sí mismo, sin
importarle lo que digan las leyes o los demás. «Yo soy rey», piensa; exento,
por tanto, de mirar a su alrededor, salvo para recibir aplausos. La ley, si es
injusta, no debe cumplirse; pero si busca un bien común, y se advierte que lo
va consiguiendo, hay que acatarla. Dijo San Agustín: «La soberbia es hinchazón,
y lo que está hinchado parece grande, pero no: es enfermedad». O como el globo
en el aire, que vuela solemne y pleno pluma de luz, hermosa esfera que vuela–,
hasta que se pincha y, arrugado, se desploma, convirtiéndose en un montoncito
de nada, en una mancha de color, humillada, en el suelo. Admiro a los grandes;
pero más su humildad, su llaneza, su forma sencilla y atrayente de mirar. Estoy
con aquel que dijo: «Nadie ha muerto asfixiado por tragarse su orgullo». Ayer,
en la 2 tv, Diario, vi El Chico,
primer largometraje de Charlot –1921–, en el que triunfan el candor, la ternura,
la piedad, la maternidad, el humor sin rabia; el humor que es descanso y que, con
alguna que otra lagrima melódica y una sonrisa apaciguadora, hace soñar; es
decir, una obra de arte irrepetible, insuperable, en la que la acción exuberante y sencilla –sencilla, Diario– te hace ser feliz (11:57:57).
lunes, 17 de enero de 2022
17 de enero de 2022. Lunes.
PEDREGALES INFINITOS
PEDREGALES INFINITOS
-El desierto, que es lejanía, dunas doradas,
ondulaciones y pedregales infinitos, y aullidos, viene hoy a hablarnos de Dios.
San Antón, el santo con el que finaliza –dicen– la Navidad, halla no obstante el
desierto, y lo convierte en lugar de silencios largos y contemplativos: en tienda
donde habita la oración. Ahí, en el desierto, busca poder escuchar, entre
otros, el silencio de Dios. ¿Será silencio de aullidos o de suave brisa, como
la de Elías, en la que descubrió, cuando pasaba ante su cueva, la espalda de Dios? San Antón
nació en Menfis, Egipto, y, tras la muerte de sus padres, sigue el consejo de
Jesús: «Si quieres ser perfecto, vende cuanto tienes y dalo a los pobres, y ven
y sígueme». Y es lo que hizo: cambió sus bienes por el otro Bien de Dios. Y se
hizo eremita; se rodeó de soledad y de animales irracionales, primitivos, a los
que protegía. Luchó contra las herejías y ayudó a los cristianos que perseguía
Diocleciano. Y fundó monasterios, donde se oraba y se trabajaba, y se atrapaban
silencios para poder hablar con Dios. Hablar a Dios, sin palabras, como hacía
San Juan de la Cruz –vía contemplativa– debe ser como hallar agua en una roca
en el desierto. San Antón, Diario, iluminó el desierto, lo hizo gracia de Dios,
oasis de oración y de paz, y en la arena calcinada hizo brotar fuentes de
agua viva –santidad iridiscente–, que llevan, si te dejas, a la vida eterna
(13:12:17).
domingo, 16 de enero de 2022
16 de enero de 2022. Domingo.
LA JOYA Y LA ESCARCHA
LA JOYA Y LA ESCARCHA
-Menos un grado (-1º) en Murcia. Esta mañana. No hay pájaros; se han
escondido las palomas. El silencio ensordece la ciudad, siempre alegre y
bulliciosa. Aunque despierta un sol festivo y lúdico, vestido con sus ropas de
domingo. Hoy, en la liturgia de la misa, se habla de una boda, en la que se
anuncian alegrías y contrariedades: o el vino y su escasez, la joya y la
escarcha. De pronto, hay alguien, una mujer invitada, María, que se da cuenta de
que falta el vino, y de que se va a desvanecer la alegría. Es el instinto de mujer
–detector de contrariedades–, el que pone los sentidos en alerta. R. L.
Stevenson, poeta, dijo: «El vino es poesía en una botella». Con María están Jesús
y sus discípulos. María alerta: «No les queda vino», y Jesús, carne de su carne –encarnado Dios-con-nosotros–, que puede remediar la falta, contesta: «No ha llegado mi hora». (Cuando llegue
su hora, con un poco de pan y algo de vino, instituirá la eucaristía, el
convite de los que comparten el gozo –místico– de poder masticar y alimentarse
de Dios). María es la intuición; Jesús, la aparente dureza. Pero María, que
conoce a su hijo, les dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga». Y Jesús
convierte seis tinajas de agua en vino, o en antologías del gozo y la alegría. Bullicio
en las tinajas. Sigue viva la fiesta. Y señala San Juan que, con este signo,
Jesús: «Manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en él». A Dios,
Diario, le va la alegría, le divierte la diversión de los suyos, no es un Dios
triste; de igual modo, echa una mano al desvalido y se hace lamento con el que
se lamenta. Es cruz en la cruz y resurrección, siempre; es decir, Fiesta (12:42:24).
sábado, 15 de enero de 2022
15 de enero de 2022. Sábado.
LÍNEAS DE FE (AMOR), Y QUEJA
LÍNEAS DE FE (AMOR), Y QUEJA
Belleza en la Luz, Mar Menor. Lo Pagán. F: P. Pardo |
-No sé de qué escribir. Hay días que se esconden las
ideas, se visten de no estoy, y no dejan que vengan las palabras. «¿De qué
escribo?», me pregunto. Y con la barbilla apoyada en la mano, pienso; hasta que
me viene una idea, obvia, aunque parpadeante. Iba a escribir: «Hoy ni he hecho
ni me ha ocurrido nada significativo». En lo de no hacer quizá tenga razón; no he hecho un lápiz, ni un poema, ni
he escrito una página brillante. Ni siquiera he hecho el Quijote, ni una rosa.
Y, aunque he rezado, no he tenido un éxtasis; ni Dios me ha llamado por mi
nombre. Una vez más. A veces se reza a oscuras, y ni el nombre de Dios produce la
chispa que te haga ver. Cuando Dios calla, todo enmudece, hasta la belleza de
las cosas, esos himnos que descorren su velo y nos permiten presentirlo. En el
silencio de Dios incluso San Francisco de Asís sufriría ausencia de Él en las
cosas, su inspiración mística. Hay días de mucha noche oscura, y ni el grito
más interior puede agrietar y romper ese muro de insensibilidad húmeda que es
el silencio –los silencios– de Dios. Y grito: «¿Por qué callas? ¡Dios!». Y al
de Asís no le dirían nada ni el sol, ni el agua, ni el viento, ni la hermana
madre tierra…, porque Dios ha entrado en sus silencios, y, en el silencio de
Dios, se silencian –callan– las cosas innumerables. Hoy digo: «Ni he hecho ni me ha
ocurrido nada importante». Hay veces, Diario, que, en la duda, se tambalea el
alma. Pero no es cierto que no me haya ocurrido algo importante. ¿No es
importante que viva y pueda pergeñar estas líneas de fe (amor), y queja? Amorosamente
me quejo de Dios, cuando, sonriendo, hace como que me olvida, y se me presenta
como silencio, que, sin embargo, habla, habitándome (12:49:52).
viernes, 14 de enero de 2022
14 de enero de 2022. Viernes.
HUMOR Y SENTIDO
HUMOR Y SENTIDO
-«Si me bajo del humor, apenas queda algo de mí», dijo el sabio. Tener
sentido del humor es librar el corazón de musarañas y de diablillos malignos,
que tanto incordian y entristecen. No es el chiste, es el humor. El Diccionario
define el humor con dos palabras: «Jovialidad y agudeza». Quien hace o ríe con humor
se supone que es apacible y sosegado, clarividente y sagaz, lúcido, y aun lírico;
es decir, poeta. El poeta es quien dice a veces cosas inabarcables, que sin
embargo caen bien y liberan el espíritu. El humor es inteligencia, pocas
palabras y algún que otro gesto desorbitado que te saca de lo cotidiano y te
hace reír, o soñar. Ejemplo: El cine mudo era mudez, diversión, risa. Cuando el
cine mudo dejó de ser lenguaje –cinematográfico–, se convirtió en verbosidad.
El cine mudo era la sombra y el gesto, y la expresión, o los movimientos atropellados. Su lenguaje era el del niño o el del sordomudo, y se entendía. El
andar trastabillado de Charlot tenía más vis cómica que toda la palabrería
decidora y ocurrente –alguna vez– de Woody Allen. Santa Teresa de Jesús solía
decir: «Un santo triste es un triste santo»; y San Tomás Moro: «Concédeme,
Señor, una buena digestión, y también algo que digerir». El buen humor, Diario,
no está reñido con la santidad; al contrario, la humaniza, la hace más festiva
y atractiva, menos ceremonial y más cercana al Dios que dijo aquello de: «Dejar
que los niños se acerquen a Mí»…, y rio (11:38:20).
jueves, 13 de enero de 2022
13 de enero de 2022. Jueves.
MIEDOS
-En Ezequiel, profeta –el que habla en nombre de Dios–, se leen cosas
admirables y sorprendentes como ésta: «Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os
haré salir de vuestros sepulcros». El pueblo, entonces, se sentía sepultado
–esclavizado–, como hoy en día, quizá. Hay veces que el pueblo se ve sepultado
en sus miedos, y queda cercado y a oscuras, sin esperanza, y sin libertad para
soñar, para perderse en vuelos. Vuelos de altura como el de la fe o la
esperanza, que acaben por posarse en el amor. Descansar en el amor es el fin de las otras virtudes. A finales del siglo VI antes de Cristo,
el profeta anima a su pueblo, que ha perdido su tierra y su identidad. El salmo
137 es un cántico –agradecido– que recuerda aquellos tiempos de destierro y expatriación.
«Junto a los ríos de Babilonia, nos sentábamos y llorábamos al acordarnos de Sión»,
canta el salmista. En Babilonia, Ezequiel se hace palabra esperanzada para su
pueblo, abre un haz de expectativas, le trae alivios. En estos tiempos de
deterioro social, político, económico, humanitario, de zozobra y decadencia, de
inseguridades y falacias, yo echo de menos, Diario, una palabra libre y
luminosa que aligere miedos y libere esperanzas. Alguien que prometa abrir
nuestros sepulcros, y, reavivando nuestros sueños, nos deje revestirnos de
utopías, ¡y soñar! ¿Quizá el Papa Francisco y todos aquellos que luchan por la
justicia? Quizá. Tal vez… (12:06:23).
miércoles, 12 de enero de 2022
12 de enero de 2022. Miércoles.
LA CAMPANILLA DE VICENTICO
LA CAMPANILLA DE VICENTICO
Julián, dándome la paz, en mi 1ª Misa. F: Mi colección. |
-Perder a un amigo es como perder una moneda de gran valor en el mar, la recuerdas aunque no la tienes. Se te cayó y la pierdes, pero queda el recuerdo, vivo tras los ojos, donde siempre surge lo recordado. Ayer, en Molina, murió mi gran amigo Julián Chicano Peñaranda, sacerdote y poeta. Es decir, hombre de Dios y portador de palabras hermosas. Como sacerdote llevó a Dios en sus manos; y en su boca, como poeta, las palabras. Yo canté misa un 20 de junio de 1957, y Julián, sacerdote algunos años antes, compuso como recordación un hermoso poema, que tituló La campanilla de Vicentico. Entre risueño y tierno, travieso y bullicioso, el poema dice así:
Vicente, la campanilla
déjala ya descansar.
¡Sólo se toca al alzar
de una manera sencilla…!
¿A qué tanto repicar?
Eras un niño travieso
con una negra sotana.
Pero que cada mañana
despertabas con el beso
que te daba la campana.
Cuando llegues al altar
a celebrar tú la Misa,
acuérdate del sonar
que volando entre la brisa
no cesaba de cantar:
¡la voz tan leve y sencilla
de tu vieja campanilla!
Ahora no podrás tocar
cuando celebres tú Misa.
Pero temblando en la lisa
mesa blanca del altar,
se quedará la sonrisa
de un son que nos maravilla:
¿Será el de tu campanilla?
Que siempre su claro son
te despierte en el altar.
Y que a la hora de alzar
en tu joven corazón
nunca deje de sonar
la voz tan leve y sencilla
¡de tu vieja campanilla!
martes, 11 de enero de 2022
11 de enero de 2022. Martes.
EL GRAN MUSICAL DE DIOS
EL GRAN MUSICAL DE DIOS
-Dios me ha oído y ha mandado la lluvia. Y me he dicho con fe en los
labios: «¡Dios oye!» Yo os invito hoy a oír el latido de las cosas. El latido
del mar, del ave, de un árbol; el latido de la tierra en una roca, en el
trigal. Si pones el oído atento –cuidadoso, vigilante– en el pecho de un ave, quizá
oigas más allá de la vida del ave, quizá oigas la vida del mundo. E incluso el
propio latir de tu vida. Creo que intentar oír el latir de las cosas es un modo
de acercarse al cómo sonaría el soplo –la palabra– de Dios en el principio de
los tiempos, cuando el Big Bang o creación primera, cuando las cosas no eran ni
esto ni aquello, sin color y sin forma, sino palabras que se decían y empezaban
a latir, con vida. ¡Los latidos primeros del mundo, con los que daban comienzo
los sueños! Oír latir las cosas, es un modo de amarlas. Si oyes música, la
música te invade, te puebla, y acabas por amarla, dándole unos latidos de tu
corazón. Si oyéramos el latir, el tañer de la tierra, no la maltrataríamos, ni
al resto de cosas que alientan y viven a nuestro alrededor. Dice Rilke, poeta: «En
la obra que hago soy verdaderamente yo»; glosando a Rilke, yo añadiría:
«En la cosa que oigo latir, oigo mi propio latido». Recuerdo haber leído en la
prensa hace algún tiempo: «El Tribunal Federal de Texas ha ratificado una ley
“pro-vida” que exige a las madres que vayan a abortar, escuchar antes latir
el corazón del feto por ultrasonidos». Se trata de oír –sólo oír– aquello que
con el aborto va dejar de ser, de estar, de vivir. Suprimir un latido de feto
debe ser como silenciar una bella e insustituible nota vital en el concierto de
las cosas del mundo; como romper en el gran musical de Dios, Diario, un
Stradivarius –quizá bellísmo e irrepetible– de vida humana (12:13:48)
lunes, 10 de enero de 2022
10 de enero de 2022. Lunes.
INVIERNO SIN BAUTISMO
INVIERNO SIN BAUTISMO
-Suelo decirme, en mi soledad creativa y añosa, que un invierno sin
lluvias es un invierno sin bautismo. Y no bautizar el invierno es como dejar esta
estación del año sin fiesta, y sin padrino. Vivo en un rincón de España, bello,
pero donde apenas llueve: o la España seca. Y pienso que sin bautismo no hay
gracia, y sin padrino no hay cumpleaños dichoso: no hay regalo. Sin lluvia, se
presenta una primavera menos feliz, seguida de un verano ampuloso y terco,
ruidoso de sol y vientos. Si yo, además de hombre, tuviera que ser otra cosa,
me gustaría ser lluvia. O algo que celebre y alabe la lluvia, como la tierra o
el arco iris, o el pájaro que bebe en el charco tras el chaparrón amable. ¡Es
tan hermoso ser algo útil y alegre, algo que invite a la vida! Me gustaría ser
lluvia, pero no diluvio, que hiere tierras y causa muertes, y destroza
ilusiones. Y aun escribe páginas negras en la Biblia, como el aluvión de Noé y
su familia, que entristecen. Decía el escritor venezolano Juan Ortiz: «Dios se
desnuda en la lluvia como una caricia innumerable». Es una bella metáfora que
pretende decir cómo Dios, sin serlo, está, Diario, en todo, trascendiendo. Como
el autor está en sus libros, Dios está en todo lo creado, como el aliento, o
palabra, que todo lo inspiró (12:41:36).
domingo, 9 de enero de 2022
9 de enero de 2022. Domingo.
TRES EPIFANÍAS, EN NAVIDAD
TRES EPIFANÍAS, EN NAVIDAD
-Cuando llega la Navidad, me apunto como creyente a las varias y bellas
epifanías (tres) que se van sucediendo a lo largo de los días litúrgicos, y las
vivo con el afán de abrir mucho los ojos y maravillarme. Epifanía es
manifestación, revelación. En su interior siempre está Dios, y, en ocasiones,
se deja ver: se revela Dios. Y nos asombra. El primer asombro que nos regala, y
apenas como un punto de luz, como un relámpago de niñez indefensa en brazos de
su madre, niñez que lloriquea y se agita, es su nacimiento en Belén. Nace Dios,
pero con atavíos de hombre y pañales, y un puchero de llanto en su pobreza. Cuando nace todo es noche, pero ese punto de
Luz que él es, repliega las tinieblas, y se deja ver niño indefenso, levedad
infantil. Luego esa Luz de Belén prende
en una estrella en oriente, y mueve la docta curiosidad de unos magos, que se
ponen en camino y gozan así de la segunda epifanía, la de la manifestación del
nacido a los gentiles. Los magos de oriente se arrodillan y adoran al hijo de
María. Adoran y le dejan oro, incienso y mirra. Que la escritora Ángela Vallvey
interpreta así: le regalan oro, no como a rey, dice, sino para «solventar su
pobreza», que sería mucha y con telarañas. Y yo, asombrado, lo veo más lógico. ¿Y
el incienso? Para «aliviar el mal olor del establo», que entre la mula y el
buey, y pastores y ovejas, estaría para una asepsia. Y la mirra –el detalle más
tierno de la Ángela Vallvey–: «Para vigorizar –escribe– los bracitos y las
piernas del Niño, y preservarlo de los parásitos del establo». La poesía aquí
se hace pañal, que, con el Niño, envuelve también el misterio. Y queda la tercera
epifanía. Jesús, formando cola con los pecadores, es bautizado por Juan el
Bautista en el Jordán. Y como dice San Hipólito: «La fuente inalcanzable que
nunca se agota, se sumerge en aguas pequeñas y temporales». Y se abren los
cielos y se oye la voz del Padre: «Este es mi Hijo, el amado», y el Espíritu
Santo lo crisma, y quedo confirmado como Ungido y Mesías. Es decir, enviado, Diario,
para salvar; y salvando está, dando gratis, al que lo quiera, el Amor de Dios
(12:43:39)
sábado, 8 de enero de 2022
8 de enero de 2022. Sábado.
HUMILDE LEVEDAD
HUMILDE LEVEDAD
Pequeño brote: el árbol vive. Murcia. F: FotVi |
-Cada día me veo más sensible a la belleza; y sobre todo a la belleza de lo apenas perceptible, de lo pequeño y volátil, de lo que casi no aparece por ser humilde levedad: la flor del naranjo, o la abeja que la poliniza. La levedad noble me explaya el ánimo. No sólo las grandes cosas, sino el esplendor de lo más escondido por recatado y casi huidizo, lo solapado. Y es que para expresarse, escribe Manuel Rivas, poeta: «La verdad suele escoger el pequeño tamaño». El gigantismo no me impresiona ni en un paisaje; tampoco en arquitectura o en la resolución de un cuadro. ¿El Guernica? Me fatiga el oído por tanto grito y rasgadura –pido perdón, por huir de lo políticamente correcto y, en este caso, ser incorrecto–; me impresiona más –ejemplo– un Fray Juan Bautista Maíno, s. XVI, que, en un 34 X 28 cm., mete la Resurrección de Cristo, y, como diría un filósofo alemán, se «hace digno de verse». Porque debido al resplandor de la forma –San Alberto Magno–, la belleza de un objeto nos asombra y nos conmueve y hace que nuestro espíritu se eleve hasta sentir el placer de lo excelso e inexplicable. De la cruz de Cristo me estremece, sobre todo, el desgarro de la mano de Cristo causado por el clavo; y, con la sangre que mana, el ruido de la carne al romperse, su pequeño clamor abierto, su dolor rasgado (10:54:56).
viernes, 7 de enero de 2022
7 de enero de 2022. Viernes.
SILENCIOS DOMÉSTICOS Y CREATIVOS
SILENCIOS DOMÉSTICOS Y CREATIVOS
-Esta mañana el cielo ha ido cambiando de tonalidades según se le acercaba
el sol. Primero, unas nubecillas deshilachadas se han vestido de gris carbón, crudo,
le ha seguido un violeta azulado, más tarde un rojo cereza, de
caramelo, hasta que se han abierto para dejar paso al sol, con clamor de un
himno de claridad. Lo he visto. Es el privilegio de dedicarle unos instantes a
la contemplación de lo que nos rodea y deleita. Y luego, desde la altura –5º piso–, he sentido
el silencio que emana de las cosas. Después del estruendo divino de la Navidad –los
villancicos, el alboroto de los ángeles, los «nos ha nacido el Salvador», con
pandereta y zambomba–, queda el silencio de Dios y el de las cosas que nos sirven, las que usamos, para que agradezcamos y celebremos su disponibilidad, la grandeza
de servirnos; es decir, quedan los otros silencios, los domésticos, los que cada día nos hacen reír y llorar, y vivir, como el silencio del pan que masticamos, el
del agua que bebemos, el de la pluma de escribir o la tecla del ordenador que
usamos para dar salida a lo que nos inspira y libera, y llena los libros; también el de
las palabras que te vienen a la boca y callas o por prudencia o en oración, el
silencio armonioso y lúcido de lo que lees, y que tanto te dice; o el mismo callar
del silencio cuando contemplas la belleza. ¡Hay tanto amor y tanto grito amoroso en esos silencios! Estas son, Diario, las que yo llamo «mis verdades del lápiz»,
que redacto y medito solo cuando ellas, en silencio, me las dictan para ser
dichas. Con razón dijo Borges: «No hables a menos que puedas mejorar el
silencio». Gran parte de nuestra vida, Diario, la vivimos entre silencios, silencios maravillados, extasiados, creativos (12:22:13).
jueves, 6 de enero de 2022
6 de enero de 2022. Jueves.
REGALO DE REYES
REGALO DE REYES
-Como ya he dicho alguna vez, sigo creyendo en los Reyes Magos, en los del Espíritu del Evangelio. Hoy han venido y me han dejado un día soleado, una misa que celebrar y rezar en Laudes aquello de: «Reyes que venís por ellas, / no busquéis estrellas ya, / porque donde el sol está / no tienen luz las estrellas». Lope de Vega era así de brillante y malabarista de las palabras; de la chistera del idioma sacaba palabras como palomas y las hacía poema, zureo de versos, villancico o diadema de canción. Él jugaba con la fe a hacer villancicos, y le salían tratados plenos de teología; el Sol –Cristo– barriendo con su Luz estrellas, como el viento hojas. Los Reyes, guiados por estrellas –como pisando en ellas para no hundirse en el mar celeste de la duda, de estrella en estrella– llegan hasta el Niño, y Lope les advierte: «Donde el Sol está…», no hay estrellas que mirar, las tapa el Niño-Dios. Las estrella están, pero celadas, como tachadas por un pincel de claridad. «El niño que ahí veis», les dice con el evangelista San Lucas, es: «El Sol que nace de lo alto», y, advertidos los Magos y sin fijarse en otras estrellas, caen de rodillas y adoran a este otro Sol, que nace de María en Belén. Es éste el Sol que ha recorrido un largo y tortuoso camino por profetas y signos desde el Ser de Dios hasta el seno de María, donde, sin dejar de ser Dios, se ha hecho hombre. Tiemblan las palabras en la teología –Dios encarnado, velado Emmanuel– y en la poesía. En otra canción o letrilla Lope también dice: «No se deja mirar / envuelto en nubes y velos; ahora, en pajas y hielos, / se deja ver y tocar». Comprenderás ahora, Diario, por qué creo en los Reyes Magos; ellos, de estrella en estrella, cada año, me llevan al Sol que, sin velos, se deja ver y tocar… en el Amor (12:11:40).
miércoles, 5 de enero de 2022
5 de enero de 2022. Miércoles.
PERO VIENEN
PERO VIENEN
-Cada víspera de Reyes pido bajar hasta la sencillez o la humildad –ese
escalón menos de lo que tú crees que eres– y hacerme como niño. No niño tonto,
ni consentido, ni airado por nada, sino niño como Dios manda, niño con
capacidad de asombro y de clamar «¡Oh!» ante el mundo y sus maravillas:
castillos en el aire, quizá, tan frágiles como puedan serlo los cuentos, pero
tan hermosos que crean esperanza y ponen risas en los labios; niño dispuesto a
creer en los Reyes Magos, que, aunque parezca que no existen, vienen sin
embargo, y lo hacen con oro, incienso y mirra –la mirra, o el carbón de la
vida– y que llegan además con camellos y pajes, y sueños, que son la base para no
morirse de mayor y de cenizo, o de filósofo pesimista –Camus, Unamuno…–, y aun
de intelectual malsano y lúgubre. Yo a los Reyes, además de clarividencia y paz
interior, y sosiego del espíritu, sólo les pido que pasen, aunque no me dejen
nada; que pasen para seguir creyendo en ellos, que, aunque parece que no existen –insisto–,
pasan. Porque cuando pasan y los oigo, me quito años de encima, y así, un año
más, sigo siendo niño y no mayor; niño con fe y sueños, y espejos en salones
muy largos, para, tras los espejos, poder ver la otra clase de vida que vivió
Alicia en el país de las maravillas, maravillándose. Qué quieres, Diario, a mí la
noche de Reyes me hace ser tan niño y con tanta sabiduría que me parece ser
mayor, cosa que rechazo, porque pienso que si dejo de ser niño dejaré de creer en
los Reyes Magos y se me hará así la vida un cabreo insoportable, y cuando se me llenen los ojos de maravillas, no podré exclamar nunca más: «¡Oh!», con
ojos de niño y lleno el corazón de paz, y de amor por todo (11:20:50).
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