1 de enero de 2021. Viernes.
EL BEBÉ 2021
EL BEBÉ 2021
-El bebé 2021 ha
empezado a respirar, a existir. Da pataditas y gorjea. Nos ha nacido, pues, un
niño, que soñamos que crezca vigoro, sin traumas, y que se vista de paz y de
amor, y de libertad, y que pise, firme, con pasos de justicia. Y que no sea tan
pandémico y áspero, tan insociable, tan hoja de navaja cortante, como el
anciano 2020 que nos acaba de dejar. Ha sido un año que, para conocer lo que había
en el corazón, sólo se nos ha permitido acercarnos a los ojos, y, a través de
ellos, mirar, y ver –o quizá adivinar– lo que decían sus latidos: si había paz
o tormenta, plegaria o agonía, Dios o aquello que no sacia: la desesperanza. Ha
sido un año de distancias, de límites insalvables, sin la intimidad del beso y
del abrazo, sin la palabra dicha de labio a labio: año de adivinaciones. El
ciego conoce y ama por el tacto; en este año 2020, sin embargo, se nos prohibió
todo contacto físico, y se nos dejó solo la facultad de la conjetura. Nos
quitaron la rosa y nos dejaron las espinas del rosal. Espinas que nos han
herido, con tremenda crueldad, con la furia de la flecha envenenada. Pero yo,
para este 2021, me he trajeado de Dios, me he calzado la esperanza, y me he
puesto a dar gracias en vez de pedir nada, pues Dios, Diario –Padre atento–, sabe
lo que necesito, y, si me conviene, me lo da, multiplicado todo de abundancia (17:33:21).
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