2 de enero de 2021. Sábado.
MATERIA DE ASOMBRO
MATERIA DE ASOMBRO
-El frío me aturde, el
calor me enerva; me quedo, pues, con los intermedios: primavera y otoño. Es
decir, con lo que nace y con lo declina, o la síntesis de la vida, el brote y la
conclusión, el desenlace. En El
Principito, ese libro de niños para mayores, se dice: «Fue el tiempo que
pasaste con tu rosa, lo que te hizo tan importante». Saint-Exupéry. Todo ser,
por el simple hecho de serlo, de estar, es importante. La luz, la oscuridad; la
rosa, el espino; el cuerpo, el espíritu; el mar, la sal; la salud, la
enfermedad. El amor. Todo es materia de asombro, de fascinación, de ver luces
chispeantes detrás de los ojos, si se cierran. El escritor mexicano Alejo
Carpentier, en su libro Los pasos
perdidos, lo expresa así: «Un día, los hombres descubrirán un alfabeto en
los ojos de las calcedonias (una piedra), en los pardos terciopelos de la
falena (una mariposa), y entonces se sabrá con asombro que cada caracol manchado
(un molusco) era, desde siempre, un poema». Se trata, dice el mismo autor, de
llegar «a un supremo entendimiento de todo lo creado». O llegar al poema de Dios.
Haciendo de lo creado germen de meditación, de contemplación íntima,
espiritual, como brillo deslumbrante de la sensibilidad y la creatividad de
Dios. En la sabiduría de Dios, Diario, caben estas maravillas a veces contradictorias,
que enriquecen la mística y la ciencia, y que visten nuestro alrededor de gotas
de agua, tan cercanas, y de utopías, tan lejanas, tan imposibles; utopías que, no obstante,
se dejan soñar y saborear, y casi acariciar, como posibles (11:21:50).
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