5 de enero de 2021. Martes.
UNA RISA NUEVA
UNA RISA NUEVA
-Me santiguo y se me
hiela la mano en el trayecto que va del Padre al Hijo, y del Hijo, al Espíritu
Santo, tan intenso y hacendoso es el frío. Cuando beso la cruz, beso el frío. Tan a
destajo trabaja. No es el frío de otros lares, pero es frío que muerde y
mastica, y, en un descuido, te hace carámbano. Sin embargo, rezo, canto, leo,
escribo, vivo. Es una vida helada, pero vida que, como diría nuestro Antonio
Machado, anda caminos y «hace camino al andar». Con «optimismo tranquilo», que
diría Leila Guerreiro, empiezo el día, para vivirlo en plenitud, sin quejas,
con júbilo. Porque los Reyes Magos llegan, y no se les puede recibir con la
amargura del vencido, del revolcado, sino con el brillo en los ojos del que vive
cada día eclipsando los obstáculos más embarazosos. Os digo lo que yo he pedido
a los Reyes: una risa nueva, a estrenar, y un olivo de esperanza, plantado en
el corazón del mundo. Les he pedido, además, que pase la pandemia, que no sufran
más los que sufren por primera vez y, más que a nadie, los que viven vestidos
de sufrimiento, de dolor, con sólo el consuelo de una mano amiga o de un
paliativo. Que encuentre compañía la soledad. Que el dolor es más llevadero
si tiene a su lado quien lo calme. Mi vejez la dejo a un lado y me visto con
el asombro del niño, que balbucea y dice: «Gracias». Gracias, Reyes, por la luz
que vais dejando a vuestro paso en los ojos de la inocencia y en el corazón
de los sencillos, que, según Jesús de Nazaret, verán a Dios. Yo diría, Diario,
que ya lo están viendo; y lo ven en la ilusión y la esperanza depositadas en nuestro corazón, como una plantación de yerbabuena, y de lirios en
el campo (12:03:35).
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