19 de enero de 2021. Martes.
LA NOCHE DEL ALMA
LA NOCHE DEL ALMA
-Todo es tristeza: el covid desbordado, sin tregua para la piedad,
hiriendo acá y allá, matando amores; la economía –dicen los expertos–, por los
suelos, donde hocican los cerdos y donde se complace la miseria; el gobierno,
con Sánchez –ese parásito del poder, legal– perdido: no dice, no contesta, se
ha esfumado, no está, es un fantasma; la borrasca Filomena, con la cólera de un
meteoro irritado, tirando nieve a espuertas, borrando así la idea idílica y
deleitosa de la nevada, su blanco manto apacible; y, ahora, la lluvia
torrencial, con vientos fuertes, inundando nuestra esperanza de desesperanza, llenando
nuestro llanto de preguntas. «Y todo esto ¿por qué, por qué?», nos preguntamos.
Nada parece racional, todo anda herido, enfermo. Creíamos que 2021 iba a ser un
año distinto, más amigable que 2020, más habitable, y estamos viendo que no,
que poco a poco está descoyuntando al mundo, que lo está poniendo bajo el
zarpazo de su garra, más irritado que el 2020. Sin embargo, una leve luz aparece
en el horizonte: la vacuna, ese don que nos hecho la ciencia, como un hallazgo
profético. Yo, que creo en Dios, me aferro a la esperanza, porque como oí decir
a un personaje de la película Star Wars
VIII: «La esperanza es como el sol, si sólo crees en él cuando lo ves,
nunca superarás la noche». Y se trata, Diario, de salir de la noche, aunque sea
con la luz que uno lleva dentro; pues Dios, a su paso por tu vida, siempre va dejando
algún rastro de su luz, como una brasa entre cenizas, que, al soplarle, brilla,
y enciende la noche del alma, le indica salidas, atajos, la libera (12:14:20).
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