25 de enero de 2021. Lunes.
LA MESA DEL SILENCIO
LA MESA DEL SILENCIO
-Por las mañanas, antes de escribir, cojo las palabras y, tras moverlas
en el cubilete de la imaginación, las echo sobre la mesa del silencio, y, según
salgan, así escribo. Si salen negro, escribo sobre aquello que nos aflige y que
nos hace llorar: ahora, en este momento de nuestras vidas, tanto, y tan amargo;
y si blanco, digo «¡aleluya!» y me pongo a soñar, y escribo sobre lo que es o
roza el amor. De lo que vive, y se da, en el amor. Así consigo que muchas veces,
en mi escritura, haya palomas, y gotas de lluvia, y olor a madera, y, como dice
el salmista, un cántico nuevo. No intento afligir, sino crear vuelos,
horizontes que alcanzar cada vez más lejanos, utopías a las que llamar, por si
hay alguien dentro de la utopía que responda a la llamada y, tras pedir
permiso, entrar y conocer su interior. Quizá allí habiten la justicia y la
piedad, y la libertad total. Siempre me han conmovido las palabras de San Juan de
la Cruz, mi poeta y guía preferido, también mi viático espiritual: el santo que
describe, con palabras que trascienden lo humano, el modo cómo él tocó a Dios
y, en confianza de enamorado, lo llamó «el Amado». Él fue el que dijo: «Al
atardecer de la vida nos examinarán del amor». No de teología, ni de qué color
es la mirada de Dios, ni de esto o aquello, sólo, Diario, del amor; si has
amado, entrarás en la intimidad de Dios, y serás amor con Dios; si no, vivirás
en el frío terrible del que vive sin amor, y serás hielo, carámbano, al que no
hay sol que caliente y salve, en un invierno miserable, y eterno, sin Dios (11:39:00)
No hay comentarios:
Publicar un comentario