12 de noviembre de 2020. Jueves.
QUEHACER DEL POETA
QUEHACER DEL POETA
-La mañana es más
alegre, si la calienta el sol y canta un pájaro. El sol nos enseña a ver y el
pájaro a oír, solo nos falta aprender a tocar tales maravillas, con asombro.
Tocar la luz, tocar la música, es el quehacer del poeta. Quehacer que lleva
toda una vida: es la herencia que otros dejaron al poeta y que éste deja al
siguiente, para que siga tan hermosa tarea. Así el poema de la vida, de la
creación, sus destellos, su lenguaje, se va alargando, haciéndose más poema,
más irradiación. Dios pensó el mundo, lo formó de luz y sombras, de vida y
roca, de agua y aire, y corresponde al poeta descifrarlo, escribirlo, para que
quede en el libro de lo bello, de lo armonioso. Galileo Galilei, el científico
poeta, que, estudiando el círculo del universo, halló la idea feliz de la
redondez de la tierra, dijo: «El sol, a cuyo alrededor giran tantos planetas…,
no se olvida de madurar un racimo de uvas». He aquí la ciencia y la poesía
juntas, hermanadas en la idea de la reconciliación; convirtiéndose así ambas en ciencia
que aspira a tocar la utopía, ciencia alada esta, ciencia en la que se vislumbra el
Más Allá: Dios. Dios, certeza para el creyente, posibilidad –duda, o un
quizás– para el agnóstico. Con un dejo de ironía, Diario, dejó dicho Kant, filósofo
y creyente: «Dios es
la alegría, por eso ha colgado el sol frente a su casa». El sol: el pintor que
da luz y forma a todas las cosas, su Van Gogh con pinceles irreverentes, de niño
travieso, emborronador maravilloso de cielos y campos, y girasoles (12:00:03).
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