jueves, 26 de noviembre de 2020

26 de noviembre de 2020. Jueves.
PREGUNTA

Arracimados en el puerto de Arguinegín, Canarias. España. F. Prensa

-Hago una pregunta sencilla, sin intención torcida, con la ingenuidad de la mañana nublada, teñida de color de plomo: «¿Dónde se está mejor: en el muelle de Arguineguín, Canarias, amontonados –en la pobreza todo es montón desordenado–, sin lavabos ni familia, con solo la soledad y sus miedos, sin otros horizontes que los de la inseguridad; o en un hotel de 5 estrellas, en Tenerife, donde se hospedan jerarcas y su cohorte, con la feliz familia y yacusi, y una mirada llena de mar y sus travesuras, sin peligros?» Un poco larga la pregunta, pero más larga es la tristeza que la abruma. Un ministro de España –«Esta España mía, esta España nuestra…», mientas visitaba a los llegados de África por el mar ignoto y bravo, en el que la gente, con hambre de pan y paz, muere, ha escrito esta triste página de arrogancia y caciquismo, cínica, irreverente. Esta mañana rezaba yo en el himno –José Luis Blanco Vega, sacerdote y magnífico poeta– de Laudes, esto: «Que el hombre no te obligue, Señor, a arrepentirte / de haberle dado un día las llaves de la tierra». Dios no puede arrepentirse: ve más allá del tiempo y de la historia; Dios solo observa e inspira, y ayuda, si se le pide. Pero ha dado al ser humano, Diario –en su libertad–, «las llaves de la tierra», con las que crea su historia y la relata y la hace visible en sus actos, que –digamos la cruda verdad – no siempre son edificantes, ni justos, ni saludables, sino todo lo contrario; es decir, perversos, por inhumanos (13:13:07).

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