16 de noviembre de 2020. Lunes.
AMO LA LUZ
AMO LA LUZ
-Decía el sabio: «Amo la luz y amo las sombras»;
las sombras, como el humo, son señales infalibles de que hay luz. Donde crece
un árbol, hay luz y hay sombras. La luz nutre al árbol, le da vigor, lo
ennoblece de hojas y nidos. Y el árbol, generoso, da su sombra al hombre y al
león, a la risa y al llanto: alivia la lumbre del desierto. El ser humano es un
fanal de luz y sombras, una lámpara encendida que no evita las tinieblas que él
mismo produce. Pero no olvidemos que antes de las sombras está la luz; la Gracia –Dios– precede siempre a la noche del alma. La gracia está a la espera
de una llamada, de una insinuación, para inundar de luz el paisaje de nuestra
vida, y hacer habitables sus inhóspitos desiertos. No nos ofusquemos con las
sombras, abramos las ventanas del alma a la luz. Demos gracias por las sombras,
que nos dicen que hay luz. Como decía Eckhart, filósofo y teólogo alemán: «Si
la única oración que dices en toda vida es gracias, será suficiente». Ni la
negrura de la pandemia, ni Sánchez y su cohorte, ni los afines ni los
contrarios, ni la política ni sus mentiras, nada nos podrá apartar, como dice
San Pablo, del amor de Dios, que se manifiesta, Diario, en Jesús Señor nuestro,
el maestro y samaritano, el amigo y dador de vida, el Humilde andariego (12:26:45).
Dios es el único GRAN SOL que nos concede la luz "illuminare his qui in tenebris et in umbra mortis sedent." Todos somos mensajeros de luz para irradiar y sacar de la sombra a nuestros hermanos que duermen en la sombra de la muerte. Un abrazo, Vicente
ResponderEliminarDios el único GRAN SOL, aun en las tinieblas de la muerte. Él nos crea luz, José María, y nos envía a sacar del error y de la "muerte intelectual" a los hermanos descarriados. Luego, hay días en que nos apagamos, y hemos de luchar para volver a ser la luz de Dios. Es la fe. Un abrazo, amigo.
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