sábado, 7 de noviembre de 2020

7 de noviembre de 2020. Sábado.
APENAS AZUL

María y el cielo, todo azul. Zagreb. Croacia. F: FotVi

-Sábado y sin azul, o apenas azul, como si el tiempo faltara a la cita del sábado y evitara, con respeto malvado, el azul. El tiempo nos dice que es invierno, y que pegan mejor los colores velados que los diáfanos y alegres. Y el tiempo no se da cuenta que, sin azul, la tristeza nos invade. ¿O será que el Gobierno ha censurado los sábados azules por ser sábados virginales y felices diccionarios de la alegría? Aunque, al poco, el tiempo ha rectificado y el cielo se ha ido vistiendo de azul como una paletada azul de Picasso o una película de James Cameron, Avatar, azul. Es el cielo lleno de fantasía y clamor fosforescentes, como hecho de agua y sedas y de formas diluidas. Me acerco a la luz, la toco, y es azul, lo sé porque me deja su pigmento en los dedos, y en el alma, donde aún existen rasgos de cuando era un niño con inocencia azul. Decía Wassily Kandinsky, pintor ruso, precursor del arte abstracto: «Cuanto más profundo se vuelve el azul, con más fuerza llama al hombre al infinito, despertando en él un deseo intenso por lo puro, y, finalmente, por lo sobrenatural». En este tiempo del bicho loco, siniestro, y de gobiernos inoperantes, dejemos que el azul nos invada, y haga un nido azul en nuestro interior. El cielo es azul, los abismos negros, cavernarios, donde abundan murciélagos, alimañas, sueños malos, sin la pureza y lo sobrenatural en nuestros deseos. Sin Dios y sin su misericordia, Diario, morimos, invocando la pulcritud y belleza del Azul (12:44:06).

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